sábado, 15 de diciembre de 2007

X---EN LA LUNA DE LOS POETAS---X

Ante la tribulación resultante de administrar proporcionadamente nuestros deseos revolucionamos la noción del marketing para adaptarlo a lo que llamábamos “ necesidades actuales” mismas que quizá han sido creadas por esa llamada revolución que, en forma viciosa acomoda la masa de necesidades humanas. Creando la ansiedad y la efigie divinizada del consumismo que desborda el limite real de nuestros requerimientos.




Lo que Marx llamaba “las forma metamorfoseadas del valor” pues sin dudarlo, en la oferta y demanda de mercancía se encuentra implícita nuestra capacidad de crear ilusiones y creerlas “El hombre moderno ya no ve la luna real, sino la de los poetas”, decía Borges.




La paradójica grandeza del hombre está precisamente en esa quizá genéticamente definida capacidad de crear ilusiones, cambiar la realidad en múltiples realidades o por lo menos la percepción de dicha realidad.




Cambiamos nuestra naturaleza, ideología, sociedad, nuestro modo de vida, credo, ropa , tecnología... cambiar por la mera acción de cambiar incitados por ese vehemente deseo ya integrado a nuestras mentes lavadas “la moda”. Resulta extraño que en la compulsión del cambio no reparemos un momento para pensar en la capacidad que tenemos de cambiar la calidad relativa de nuestro tiempo vital. Esa capacidad de cambiar la percepción de las realidades para adaptarlas en forma tal que podamos sacar de toda acción un provecho feliz. Un placer interior capaz de proporcionarnos estabilidad emocional paso a paso y en el ara de cada obstáculo. Por que aun enfocados en obtener la satisfacción a través de el bien material es en la arcana estructura del espíritu donde el hombre satisface sus necesidades.




El hombre promedio vive insatisfecho con lo que tiene y proyecta en su futuro deseos utópicos que limitan su crecimiento al no sincronizar sus sueños con la realidad. ¿Cómo es posible que limitemos nuestra felicidad por el desmedido deseo del consumismo? o permanecer tan cegados por éste que, mas allá de la etiqueta de la ropa no podamos ver el algodón o fibra que la compone como si estuviésemos hechos solo para ver la culminación de los actos.




Tal vez la mejor forma de alcanzar los placeres de la vida sea experimentar el placer y asombro ante cada evento minúsculo o magnifico. Que la conciencia de nuestro final trágico nos incite en la búsqueda de nuestra naturaleza estoica. Que hemos sido creados para soñar pero que los sueños deben ser limitados en razón de nuestras necesidades y nuestra capacidad para alcanzarlos. Que no somos los fracasados que las revistas o televisión nos hacen ver.




Es hora de cambiar nuevamente la percepción de nuestra realidad....